¿Os gustaría conocer la historia de Sansa?
Sansa es la gatita que nació sin parte del cráneo, rescatada por Rosa, de la Asociacion «Todo por ellos hogar felino«.
Pues os la contamos, nada menos que de la mano de su ángel de la guarda, su salvavida: Rosa Redondo, su Mamá.
Estábamos Jessi y yo en mi habitación una tarde de julio en 2017, hablando sobre el caso de Nano (un perro que busca familia todavía) y recibo una llamada de mi amiga Nía.
*Nía: Rosa, sé que vas a tope de casos, pero no sé a quién acudir más, llame a varias asociaciones para dar el aviso y solo recogieron a los bebés sanos y es que tengo una bebé con un bulto en la cabeza y parece que tenga síndrome de down.
-Rosa:Cógela y nosotras nos encargamos.
Esa noche fue rescatada del solar donde vive mi amiga Nía, una gatita diminuta de apenas mes y medio con un gran bulto en su cabecita.
Nía la llevo a una posible casa de acogida, yo en ese momento tenía a Lolo con 3 meses, Tokio (gatita que tuvimos que amputar una patita), Bimba y Annie. La sorpresa fue que cuando llegó Nía con la gatita y la acogida vio a esa diminuta cosita con ese bulto en la cabeza, se asustaron y se negaron a acogerla por si les pegaba a sus gatos alguna enfermedad.
Nía se preocupó, ella tiene una perra que no admite gatos y está enferma. Le dije que no había problema, que yo me la quedaba, eran las 22:00 de la noche de ese caluroso sábado del mes de julio y al ser tan tarde, quedamos para el domingo por la mañana.
La llegada a casa
A la mañana siguiente, sobre las 11:00 llegó ese ser tan chiquitito, tan naranjita, con unos ojos achinados y con ese peculiar bulto en su cabecita.
Mi marido y yo peleábamos por tener en brazos a ese ángel que acababa de traernos Nía. Nos miraba con esos ojitos preciosos (aún se me saltan las lágrimas al recordarlo) y tanto mi marido como yo le dijimos las mismas palabras:
«Ya estás a salvo chiquitina»
Después de que Nía conociera a mi manada y le enseñara el hogar de aquella bebé, hice fotos y un vídeo y se lo mandé a mi Veterinario Agustín y me dijo: Mañana a las 10 te quiero ver con la gatita en la clínica de Catarroja.
Agustín revisó a Sansa y le hizo una radiografía y una ecografía, y rápidamente se puso en contacto con el neurólogo Alejando Luján para ver las soluciones al problema de Sansa. Se diagnosticó un meningoencefalocele.
Mi mayor miedo era que pudiese llevarse un golpe en esa zona, pero se que los animales tienen un cuidado muy especial de los más débiles y estaba segura de que en mi casa todos la cuidarían.
Presente a Sansa a la manada: Izan, mi perro, no paraba de olerla y chuparla. Lolo, Tokio, Annie y Bimba sólo querían jugar con ella y el resto de gatos la olieron y se fueron. Cosa extraña porque entre felinos sabemos que los principios son difíciles y tengo varias gatas que primero sacan la pata y dan tortazo y luego preguntan quién eres.
Llegó el momento de “bautizarla” y no me lo pensé dos segundos: se llamaría SANSA.
¿Por qué?
Amparo, mi compañera de asociación, acababa de adoptar a Dakota y ya tenía a Arya. Ella quería ponerle Sansa a su próxima gata, pero al final le dejo el nombre de Dakota, y como es una enamorada de los gatos rubios, por ella bauticé a la gatita «especial» con el nombre de SANSA.
Hoy, un año y medio después ya ha sido operada por el hospital veterinario AUNA y lleva el control de sus convulsiones, analíticas y medicaciones en su clínica veterinaria Terra y gracias a los cuidados y la atención de Rosa, Sansa es una gatita muy feliz.